La reflexión sobre el estado actual de nuestra sociedad me lleva a cuestionar cómo hemos llegado hasta aquí. A lo largo de los años, he sido testigo de cómo las relaciones humanas han cambiado, la forma de relacionarnos es diferente. Lo que antes era un espacio para el debate y el intercambio respetuoso de ideas, hoy parece ser un campo de batalla verbal y, a veces, físico o digital.
La pérdida de los pilares fundamentales: Comunicar, confiar y respetar son tres elementos esenciales para cualquier relación saludable. Sin embargo, en la práctica, estos pilares parecen haber sido reemplazados por la imposición, el prejuicio, la exposición y la desconexión. Este cambio no ocurrió de la noche a la mañana, es más el resultado de una construcción colectiva donde todos, de una forma u otra, hemos contribuido. Somos cómplices de la sociedad que estamos construyendo.
El ciclo de la violencia Hoy, la violencia se manifiesta no solo en actos extremos, sino también en cómo nos comunicamos, reaccionamos y convivimos. Los roles de «violentador» y «violentado» se intercambian constantemente, perpetuando un ciclo donde la empatía y la comprensión parecen estar ausentes. Reyna la manipulación, la exposición y el discurso más basado en la ideología que en la práctica.
Hoy la trampa de los «extra derechos» Vivimos en una sociedad donde no solo se espera que aceptemos las ideas de otros, sino que también las apropiemos y las respaldemos. En caso contrario, eres opositor, esto genera tensión y polarización, pues muchas veces se ignoran las responsabilidades que vienen con esos derechos. La consecuencia es una convivencia cada vez más compleja y fragmentada, sin comunicación, en desconfianza y con ausencia de respeto.
Vivimos en una responsabilidad compartida. Es momento de detenernos y reflexionar: ¿Qué tan cómplices somos de la sociedad en la que vivimos? Reconocer nuestra parte en el problema es fundamental para comenzar a cambiarlo. La mejora no puede trascender en lo individual, aunque son los individuos los que generaremos el cambio en lo particular; debe generarse un esfuerzo colectivo y paralelo. Necesitamos recuperar y fomentar la comunicación, establecer los nexos de confianza y el respeto como bases de nuestras relaciones.
El cambio empieza con cada uno de nosotros, pero solo puede consolidarse si trabajamos juntos. Reflexionemos sobre nuestras palabras, nuestras acciones y cómo estás contribuyendo al tipo de sociedad que queremos construir. ¡Es tiempo de romper el ciclo de violencia y reconstruir una comunidad basada en criterios compartidos!, para no complicar la historia. RESPETO, confianza y COMUNICACIÓN.