Liderazgo basado en la relación y NEUROLIDERAZGO

El liderazgo basado en la relación, se fundamenta en la habilidad del líder para detectar problemas y responder en función de sus valores, principios y modelos éticos de referencia ante las necesidades de sus colaboradores, lo que le permite mantener su posición y eficacia dentro de la organización. Este enfoque reconoce la diversidad de los procesos mentales individuales y se enfoca en comprender y alinear cada cerebro para promover acciones deseables en cada trabajador que coincidan o refieran las planteadas por la organización. El neuroliderazgo, una dimensión conceptual emergente, destaca la importancia del desarrollo de capacidades de atención, concentración y autorregulación emocional, esenciales en el líder moderno y que influye en el resultado que generan sus colaboradores.

El principio vertebrador planteado por el neuroliderazgo, radica en la comprensión de que los procesos mentales de cada colaborador son muy diferentes, incluso cuando comparten el mismo contexto. Este enfoque busca identificar las bases neuronales del liderazgo y de la gestión, permitiendo al líder adaptar sus estrategias a las necesidades individuales de cada miembro del equipo. Las neurociencias, que estudian los procedimientos del cerebro que explican la conducta, la motivación, la toma de decisiones, la inteligencia emocional y el aprendizaje individual, proporcionan una comprensión profunda de cómo mejorar el desempeño y el bienestar de los empleados (Garzón et al., 2021).

La regulación emocional en los líderes ha sido objeto de diversos estudios debido a su relevancia en la gestión efectiva. Daniel Goleman (2014) destaca que la conciencia de las propias emociones y la empatía hacia los demás son cruciales para la gestión de relaciones. La actividad en los sistemas afectivos del cerebro y en los sistemas de control subraya la importancia de estrategias de regulación emocional adecuadas. Algunas de estas estrategias pueden generar mejores resultados que otras, dependiendo de la situación y de los individuos involucrados.

La influencia es otro componente fundamental del liderazgo. Este concepto está relacionado con el principio de reforzamiento social, donde los mecanismos para reforzar lo monetario y social poseen un peso similar en la motivación y rendimiento de los colaboradores. El reforzamiento social, que incluye el reconocimiento y la validación, puede ser altamente placentero y generar efectos positivos en el rendimiento de los colaboradores. Esto resalta la importancia de un líder que no solo ofrezca recompensas monetarias, sino que también fomente un ambiente de apoyo y reconocimiento.

La capacidad de generar cambio es otra faceta crucial del liderazgo, a menudo influenciada por el sentimiento de amenaza. Históricamente, los seres humanos han desarrollado mecanismos para contrarrestar las amenazas, y a nivel cerebral, se envían señales de alerta hacia la corteza prefrontal, permitiendo la resolución de situaciones adversas a través de pensamientos y comportamientos adaptativos (Caballero y Gutiérrez, 2016). Un líder efectivo debe ser capaz de gestionar estas amenazas y facilitar un entorno de cambio positivo y constructivo.

El liderazgo basado en la relación humana y fundamentado en el neuroliderazgo ofrece una perspectiva profunda y holística para la gestión organizacional. Al comprender y aplicar los principios de las neurociencias, los líderes pueden mejorar significativamente su capacidad para motivar, influir y guiar a sus equipos. La regulación emocional, la empatía, el reforzamiento social y la capacidad de gestionar el cambio son componentes esenciales que, cuando se manejan adecuadamente, pueden transformar la dinámica organizacional y promover un ambiente de crecimiento y éxito tanto para los líderes como para sus empleados.

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