El León no es como lo pintan: La importancia de validar la percepción sin dar por hecho.
La frase «el león no es como lo pintan» encapsula una verdad profunda sobre la percepción y la realidad. En la vida, es necesario evitar crear situaciones de crisis, que a menudo surgen de no tener información completa o adecuada, o de interpretar y traducir de manera equivocada sin validar. Esta problemática es común en las relaciones humanas y puede complicarse debido a la tendencia natural de hacer las cosas más complejas de lo necesario. La dificultad radica en no simplificar lo complejo ni complicar lo simple, y es en este balance que encontramos una mejor comprensión del mundo y de los demás.
La naturaleza humana tiende a complicar las cosas, atribuyéndose esta tendencia a factores emocionales, de relación, medioambientales y culturales. Estos factores interactúan para crear un marco en el que la solución de problemas parece imposible a simple vista. La humanidad construye sus creencias y las defiende como verdades, aunque estas posturas sean desafiadas por nuevas perspectivas. En la creación de ideas, construimos nuestra realidad basada en lo que creemos.
Recuerdo el programa televisivo «Plaza Sésamo», que utilizaba un modelo cognitivo-conductual para enseñar temas específicos de manera estructurada. Este método nos enseña que «si tiene cara de león, cuerpo de león, pelaje de león, color de león y garras de león», evidentemente es un león. Sin embargo, en los tiempos modernos, las percepciones pueden variar significativamente, mostrando que «el león no es siempre como lo pintan».
Cada ser humano construye sus conceptos, contextos y fines a partir de sus vivencias, presentando sus propios «leones» con características, condiciones y grados de agresividad basados en prejuicios o miedos. Es crucial validar nuestras percepciones y decisiones en lugar de dejarlas en manos de suposiciones preconcebidas. Necesitamos generar oportunidades para visualizar y entender en nuestros términos aquello que otros han definido por nosotros.
Los estereotipos y definiciones conceptuales orientan la cultura, pero quedarse con estas concepciones limita nuestra vivencia. La curiosidad, el interés y la necesidad de aprender nos llevan a cuestionar lo aprendido y a dar por hecho menos cosas cada vez. Esta actitud nos permite ver al «león» tal como es, no como nos lo han pintado.
Validar nuestras percepciones y decisiones es esencial para evitar crisis y malentendidos. No podemos depender de prejuicios y estereotipos para tomar decisiones sobre personas o situaciones. En cambio, debemos estar dispuestos a cuestionar y reevaluar nuestras creencias y conocimientos. Esto implica salir de nuestra zona de confort y explorar nuevas perspectivas.
Un ejemplo claro es cómo interpretamos el comportamiento de un niño que se pone las zapatillas de su madre. Algunos padres pueden temer que esto indique una orientación homosexual, pero esta interpretación está basada en miedos y prejuicios, no en una comprensión adecuada del desarrollo infantil. Validar esta percepción requiere entender el contexto y el comportamiento del niño, que simplemente busca imitar y complacer a una figura dominante en su vida.
Vivir en la curiosidad y el interés nos lleva a una vida más rica y significativa. Al desafiar nuestros propios «leones» conceptuales y las leyendas urbanas que nos rodean, podemos descubrir verdades más profundas y realidades más auténticas. La curiosidad nos impulsa a aprender y a crecer, mientras que la duda continua nos protege de caer en la trampa de la complacencia y la aceptación ciega.
El acto de validar nuestras percepciones y creencias no solo nos ayuda a entender mejor el mundo, sino que también mejora nuestras relaciones con los demás. Al reconocer que nuestra percepción puede estar influenciada por prejuicios y contextos limitados, nos volvemos más empáticos y abiertos a las experiencias y perspectivas de los demás. Esto fortalece nuestras relaciones y fomenta una convivencia más armoniosa y comprensiva.
«El león no es como lo pintan» nos recuerda la importancia de cuestionar nuestras percepciones y creencias. La validación y el entendimiento del contexto son cruciales para evitar crisis y malentendidos en nuestras relaciones. Al vivir en la curiosidad y el interés, y al desafiar nuestros propios prejuicios, podemos descubrir una verdad más auténtica y una comprensión más profunda del mundo y de nosotros mismos. Este enfoque nos lleva a una vida más rica y significativa, en la que las relaciones humanas se basan en la empatía y la comprensión mutua.