En un mundo que nos invita constantemente a «mantener la calma» y «controlar nuestras emociones», nos hemos acostumbrado a reprimir lo que sentimos, haciéndolo una estructura normalizada, los pasivos y los impulsivos emocionales. Este bloqueo emocional, tan común en los tiempos modernos, puede alejarnos de nuestra autenticidad, generando tensiones internas y afectando nuestras relaciones. Pero, ¿qué significa realmente «sentir pensando»? ¿Cómo podemos reconciliarnos con nuestras emociones sin percibirlas como una debilidad? Es importante conocer nuestras emociones, identificar de su alcance, su importancia, reconocer, aceptar y expresar nuestras emociones para vivir de manera más plena y saludable.
Uno de los desafíos más frecuentes hoy en día es la dificultad para expresar las emociones en su justa medida, el controlarlas, el generar una posición justa y ecuánime. A menudo, las expresiones emocionales son vistas como señales de vulnerabilidad o falta de control. En este contexto, muchos eligen ignorarlas, reprimirlas o simplemente negarlas.
Sin embargo, las emociones son una parte intrínseca de nuestra naturaleza humana. Actúan como brújulas internas que nos indican qué necesitamos, qué nos afecta y cómo estamos conectados con los demás. Ignorarlas no las elimina; simplemente las desvía hacia otros canales, como el estrés, la ansiedad o problemas en nuestras relaciones interpersonales.
¿Para qué bloqueamos a las emociones?
- Creencias culturales: Expresar emociones como la tristeza o la ira puede ser malinterpretado como signo de debilidad, o como forma de chantaje o manipulación. Si la confianza no está detonada en relación, la posibilidad de expresión emocional será limitada o nula, sin que exista una posibilidad de generar los puentes o enlaces mínimos necesarios.
- Presión social: En un mundo hipercompetitivo, mostrar emociones puede percibirse como una falta de profesionalismo o capacidad, puede valorarse como un punto frágil de la persona o del líder.
- Miedo al juicio: Muchas personas temen ser juzgadas o rechazadas por lo que sienten, cuando en los patrones de relación la postura es «no es suficiente», se evitará mostrar el componente emocional por buscar la aprobación.
- Falta de educación emocional: No se nos enseña a conocer nuestras emociones, ni a identificar ni manejar las emociones de manera saludable, ni a ser solidarios o empáticos emocionalmente.
Estas razones nos llevan a reprimir lo que sentimos, dejando que las emociones acumuladas actúen como una olla de presión que tarde o temprano explota.
La importancia de reconocer nuestras emociones
Las emociones no son enemigas a vencer, ni son positiva o negativas, tan solo son reacciones. Lo que hagamos nosotros con nuestras reacciones, es nuestra responsabilidad. Las emociones deben ser referidas como aliadas que debemos conocer, comprender y de dónde se origina el barniz de nuestra respuesta. Cada emoción, incluso las que se definen como «negativas», cumple una función esencial. Por ejemplo, de manera general:
- El miedo nos protege al alertarnos de posibles peligros.
- La tristeza nos invita a reflexionar y buscar apoyo.
- La ira nos impulsa a establecer límites y defendernos.
Reconocer las emociones implica validarlas sin juzgarlas ni calificarlas, permitiéndonos entender su origen y responder de manera consciente. Es importante reconocer nuestro temperamento y la forma como hemos definido y forjado nuestro carácter.
«Sentir Pensando» y las formas
- Identifica tus emociones: Dedica tiempo a preguntarte: ¿Qué estoy sintiendo? ¿Por qué? Nombrar las emociones es el primer paso para desactivarlas.
- Acepta tus emociones: Recuerda que sentir es humano. No hay emociones buenas o malas, solo maneras constructivas o destructivas de manejarlas.
- Exprésate de manera saludable: Hablar con alguien de confianza, escribir un diario emocional o practicar actividades creativas puede ayudarte a liberar lo que sientes.
- Desarrolla autorregulación: Practica técnicas como la respiración consciente o el mindfulness para manejar las emociones intensas sin reprimirlas.
- Busca apoyo profesional: Si sientes que las emociones te desbordan o afectan tu vida diaria, la psicoterapia puede ser una herramienta invaluable.
Conclusión:
Reprimir las emociones es como intentar contener una corriente de agua que viene bajando de un río: eventualmente encuentra un camino para salir. Reconocer y expresar lo que sentimos no solo mejora nuestra salud mental, sino que también fortalece nuestras relaciones y nos permite vivir con mayor autenticidad. Sentir pensando es un acto de valentía y autocompasión que nos reconecta con nuestra esencia.